Seguimos con la Corbata Francesa, esa mamada con cubana que tanto morbo nos da y que si la probamos, querremos repetir. Y como es habitual en este tipo de prácticas, sólo las chicas más atrevidas y deshinibidas se prestan a hacerlo y estas chicas suelen ser ... escorts, prostitutas de lujo y las típicas putas baratas. Pero claro, piensa que mientras te hacen una paja con las tetas y te la están chupando, es importante el aspecto visual de la chica y que su cuerpo esté acorde... y para tal fin, nuestras escorts son ideales... y más si se tratan de mujeres tetonas.
Este segundo tipo de mujer de la que hablábamos en el anterior artículo, la que practica la cubana de una forma pasiva, no parece la más adecuada para realizar una corbata francesa. Y es que, en el caso de la corbata francesa, no bastará con que la mujer sujete entre sus pechos el pene del hombre mientras éste realiza los movimientos típicos del coito. Para realizar una corbata francesa, la mujer deberá mostrarse obligatoriamente activa oralmente. Es decir: deberá chupar la polla que, al mismo tiempo, está masturbando con sus tetas. Y el chupar exige voluntad. Es difícil concebir una mamada pasiva. Para realizar una buena corbata francesa no basta con que la mujer abra la boca para permitir en ella la entrada del falo de su pareja. Debe, también, lamer, succionar, chupar, morder... Es decir: debe estimular activamente con su boca el pene de su pareja.
Todas esas acciones (el chupar, el succionar, el lamer...) deberán centrarse obligatoriamente en la parte del pene más cercana al glande. Será ésa la única parte del pene que estará al alcance de la boca de la mujer que hace una corbata francesa. Es inconcebible, por ejemplo, la combinación entre esa práctica sexual a la que se llama garganta profunda (y que consiste en la entrada total del pene en la boca de quien realiza la felación) y una cubana. No hay que olvidar que, mientras se realiza la corbata francesa, gran parte del pene permanece atrapado entre los pechos de la chica.
Pero no hay que olvidar que el glande y el frenillo son las partes más sensibles del pene y, por tanto, las zonas cuya estimulación mayor placer proporciona al hombre. Así, basta con que la mujer que está realizando una corbata francesa a un hombre lama y estimule con la boca esa parte para que el hombre al que al mismo tiempo está pajeando con las tetas se sienta en un auténtico paraíso.
Tampoco hay que olvidar que la corbata francesa puede ser una práctica sexual intermedia entre la cubana y la felación. O, mejor dicho, un paso intermedio entre esas dos prácticas tan placenteras. Es decir: la pareja puede empezar con una cubana, para seguir con una corbata francesa y para acabar, definitivamente, con una felación en toda regla y llevada hasta el extremo que se desee.
Al igual que sucede con todas las formas de sexo oral, la corbata francesa puede tener diversos finales. El hombre, por ejemplo, puede eyacular en el interior de la boca de la mujer. Ésta, a su vez, al recibir la lechada de su pareja dentro de la boca puede optar por dos cosas: por aceptarla para, después, escupirla, o por tragarla. Tragar semen no es malo de por sí, siempre que, claro, el semen no esté infectado por algún tipo de virus.
Otra opción de la que disponen el hombre y la mujer que practican una corbata francesa es aquélla en la que el hombre eyacula sobre el rostro de su pareja. La eyaculación facial, es decir: el correrse sobre las mejillas, la nariz, los ojos y los labios de la pareja como punto final de una felación es una práctica muy valorada por muchos hombres.
Muy valorada también por los hombres como punto y final de una relación sexual es la llamada eyaculación corporal, es decir, aquella práctica en la que el hombre, llegado el momento del orgasmo, disfruta contemplando cómo su lefa salpica el cuerpo de su pareja.
En el caso de la corbata francesa, el "estucado" con semen de los pechos la mujer que le ha hecho la mamada mientras le pajeaba con las tetas es un punto final de la práctica de la corbata francesa muy valorado por muchos hombres. Después de todo, el correrse sobre su pareja es concebido por muchos hombres como un acto de propiedad, de señalar de algún modo que esa hembra les pertenece. Que con esa hembra han follado. Algo que, sin duda, estimula y masajea la vanidad de los hombres. ¿Y qué sería un hombre sin vanidad?