¿A qué hombre no le gusta que una mujer le masturbe con las tetas? ¿Qué hombre no goza con una buena mamada? Pues imagina lo que es reunir las dos sensaciones en una misma experiencia. Eso es precisamente lo que consigue la corbata francesa, una práctica sexual consistente en masturbar el pene de un hombre con los pechos mientras, al mismo tiempo, se le practica una felación.
Imagina la escena. Una mujer toma tu polla erecta y la coloca entre sus tetas. Acto seguido, sujetándose las tetas con las manos, las va meneando para pajearte con ellas mientras, al mismo tiempo, te la chupa. ¿Enloquecedor, verdad? Pues eso exactamente es la corbata francesa.
Sin duda, combinar la masturbación con la felación es combinar dos de las prácticas sexuales que más pueden gustarle a un hombre. A todo hombre le gusta que se la chupen y todo hombre, llegado el momento de la masturbación, prefiere cambiar sus manos por los pechos de una linda mujer.
A la masturbación con las tetas se la llama normalmente "cubana". Si una mujer te dice "te voy a hacer una cubana que te voy a vaciar los huevos" lo que te está diciendo es que va a coger tu pene y lo va a masajear con sus pechos. A esta práctica, que resulta mucho más placentera, como tantas experiencias eróticas, si se realiza utilizando lubricante o aceite de masaje, en Cuba se le llama "hacer una española". O sea: que si una linda cubana te dice que va a hacerte una española, ya puedes ir llenando de sangre los cuerpos cavernosos de tu polla, porque estás a punto de vivir una experiencia muy, muy placentera.
Para que una cubana o tittyfucking (y, con ella, una corbata francesa) resulte plenamente satisfactoria se necesitan, ante todo, unos buenos pechos. No cabe duda de que siempre serán mejor unas tetas grandes a la hora de practicar una cubana o una corbata francesa que unas tetas pequeñas. Pero con las tetas, a veces, pasa como con los penes: el tamaño puede ser importante, sí, pero más importante es saber utilizarlos.
Una mujer cachonda, activa sexualmente y con ganas de explotar su cuerpo al máximo hará mejor una cubana, aunque sus tetas no sean las mayores del mundo, que una mujer pasiva que, por grandes melones que tenga, esté a verlas venir.
Esta segunda mujer, como mucho, se limitará, llegada la hora de la cubana, a sujetar con desgana sus tetas mientras el hombre, sentado a horcajadas sobre ella y con la polla metida entre los senos de su pareja, estará obligado a realizar el típico movimiento del follar si desea sentirse masturbado. Es decir: este hombre, más que se masturbado con una tetas, estará, por decirlo de algún modo, follándose a unas tetas.
Si preguntamos a cualquier persona que haya disfrutado alguna vez de una buena cubana nos dirá, seguramente, que la mejor cubana es aquélla en la que hombre y mujer pone cada uno de su parte, es decir, aquélla en la que la mujer mueve sus tetas con sus manos mientras el hombre, con su polla atrapada entre ellas, da golpes de riñón como si estuviera follándose un coño o un culete. Es ahí, en esa combinación de movimientos, donde la cubana alcanza su máxima expresión.
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