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Facesitting

Facesitting, mi culo en tu cara

A los hombres nos gustan los culos de las mujeres. Los miramos embutidos en vaqueros, leggins, joggers, etc. cuando pasan por nuestro lado bamboleantes y provocativos. Los miramos y remiramos en los anuncios de escorts en ciudades como Barcelona o Madrid cuando éstas posan esforzándose en mostrar la espléndida rotundidad de sus nalgas. Y tanto en un caso como en el otro los imaginamos ofreciéndose como destino acogedor y estrechito para los empellones de nuestra polla.

Una mujer colocada a cuatro patas, ofreciéndonos su popa, es siempre una tentación difícil de resistir. No importa que esa mujer se niegue en redondo a practicar el griego y adopte esa postura dejando bien claro que, aunque se coloque así, solo nos está ofreciendo su vagina. No importa que nos vede la posibilidad de follarle el culo. Nos excita simplemente el verla colocada de ese modo, adoptando la postura del perrito. Por eso, de entre todas las posiciones del Kamasutra, ésta es una de las preferidas entre los hombres: porque todos nosotros (salvo casos excepcionales) sentimos una especial atracción por el culo femenino. En algunos casos, esa atracción llega a extremos no siempre comprendidos por los demás. Uno de esos extremos es, por ejemplo, el de la práctica del facesitting.

¿Qué es el face sitting? Una práctica propia de las prácticas de Dominación y sumisión del universo BDSM y que consiste, como el propio vocablo inglés indica, en sentarse sobre la cara de la pareja. Es decir: en colocar los glúteos, bien sea de manera frontal, bien de manera inversa, sobre el rostro del otro. Al colocarse de forma inversa, la mujer posibilita que el hombre estimule su zona anal con la nariz. Los amantes de esta práctica sexual encuentran muy excitante esa combinación de humedad, oscuridad y olor que se da en ella. Después de todo, no hay que olvidar que el olor genital puede resultar poderosamente afrodisíaco.

Face Sitting

Una masturbación especial y peligrosa

Se dice que esta práctica sexual, que recibe también el nombre de Trono de la Reina, tiene sus orígenes en la Edad Media. Según se cuenta, cuando los caballeros marchaban a la guerra, las damas eran satisfechas sexualmente por sus pajes mediante cunnilingus que se realizaban adoptando dicha postura. En ocasiones, las damiselas incluso llegaban a hacerse construir sillas sin asiento para, de ese modo, poder disfrutar de un modo más cómodo de los cunnilingus de sus pajes.

El facesitting tal y como es entendido actualmente, sin embargo, no es tanto esta práctica medieval que acabamos de describir (y que sería una práctica pasiva por parte de la mujer) como otra en la que la mujer adopta una actitud más activa. En el Trono de la Reina tal y como es entendido hoy en día, la mujer se sienta en la cara de su pareja para masturbarse con su nariz, su boca o su barbilla controlando en todo momento la intesidad y el ritmo del movimiento. El rostro del sumiso, en este caso, se convierte en un instrumento de placer para la mujer. Ésta, al moverse, decide qué parte de su vulva (y de qué modo) desea estimular.

La práctica del Face Sitting es una práctica sexual peligrosa. No en vano, quien pone su culo sobre la cara de otra persona está privando a ésta de gran parte de su capacidad respiratoria. En este sentido hay que tener en cuenta una ley física fundamental: cuanto mayor es el culo, más grande es la posibilidad de no poder respirar para quien ha convertido su cara en asiento de ese culo.

La asfixia erótica puede resultar muy excitante para muchas personas, pero practicarla puede entrañar un grave riesgo para la salud. Una mala praxis de esta práctica sexual puede provocar una pérdida de la conciencia del sumiso, el sufrir daños cerebrales o, incluso, la posibilidad de padecer un fallo cardíaco.

Trono de la reina

Consejos para practicar el Sillón de la Reina

Para evitar en la medida de lo posible los riesgos anteriormente descritos hay que tener en cuenta una serie de consejos básicos. Uno de ellos, que puede resultar de gran utilidad, es colocar un almohada bajo la cabeza de la parte pasiva del facessiting. Al colocar la almohada ahí, el sumiso en esta práctica sexual mantendrá el cuello elevado, lo que le permitirá tener un mayor espacio para respirar y poder mover brazos y cuello durante la sesión. Eso sí: la almohada o cojín que se emplee para facilitar esta práctica sexual debe estar dotado de cierta dureza para evitar que la cabeza se vaya hundiendo y para que la persona que está sentada sobre la cara de su pareja no corra el riesgo de perder el equilibrio.

En esta práctica, como en tantas otras prácticas sexuales, es fundamental la comunicación entre los dos miembros de la pareja. La persona que está sentada encima de la otra debe estar pendiente de las reacciones de la otra. Después de todo, la excitación puede provocar que se pierda el control sobre el peso que se deja caer sobre el rostro del acompañante. Un peso excesivo no solo puede producir asfixia, también puede causar daño.

Una forma de reducir el riesgo que supone el aplastar la cara de la pareja con el culo es practicar lo que podríamos llamar un Facesitting light. ¿Cómo? Cambiando la postura para practicarlo. En este caso, la persona sumisa se debería colocar de rodillas en el suelo y la persona Dominante, de pie. Esta postura solo es posible cuando las estaturas de los miembros de la pareja lo posibilitan.

A la hora de practicar el Trono de la Reina se puede optar por introducir diversas variantes. Se puede practicar con la ropa puesta o, por ejemplo, se puede optar por vestir prendas de exquisita lencería para, así, dar un toque más sofisticado a esta práctica sexual. Introducir prendas de látex serviría, en este caso, para reforzar la imagen bedesemera del acto de sentarse sobre la cara de alguien para masturbarse con ella.

Los riesgos de transmisión de infecciones venéreas son, en esta práctica, los propios de toda práctica de sexo oral. Hay que tener en cuenta que la práctica del facessiting pone en contacto los flujos genitales de una persona con la boca de la otra.

Sillón de la reina