Suele decirse que, sobre gustos, los colores. Y nosotros decimos: y el sexo. Y es que nada hay más personal que las preferencias sexuales de un ser humano. Llegado el momento del sexo, a cada persona le gusta lo que le gusta. Hay quien se pirra por el sexo oral y a quien, para ser feliz sexualmente hablando, le basta y le sobra con el tradicional misionero. Hay quien se declara fan absoluto del sexo anal y hay quien no es feliz sexualmente hablando si no siente cómo le retuercen los testículos o se los aplastan y golpean. Estos últimos son los amantes del ballbusting, una práctica sexual propia del universo BDSM y que consiste, básicamente, en inflingir dolor al hombre maltratando sus genitales.
El término ballbusting es suficientemente explícito en lo que respecta a su significado. Formado por los vocablos ball (bola) y busting (reventar), podemos comprender fácilmente que al hablar de ballbusting estamos hablando de reventar bolas o, si se prefiere, pelotas. Así, el ballbusting sería, de alguna manera y dentro de un orden, una práctica sexual consistente en reventar las pelotas de un hombre. O sea: en maltratarle los cojones.
El ballbusting está incluido dentro de un tipo de práctica sexual sadomasoquista que recibe el nombre de CBT o, lo que es lo mismo, Cock and Ball Torture, es decir: tortura de la polla y las pelotas. Esa tortura se basa fundamentalmente en el golpeo y/o constricción de los genitales. O sea: en golpear o apretar o retorcer la polla y los testículos de un hombre que, al experimentar el dolor derivado de dichas acciones, experimenta también un determinado placer sexual que puede llegar (y de hecho en muchas ocasiones llega) al orgasmo.
Quienes no han probado el ballbusting se suelen preguntar cómo puede ser que ciertos hombres encuentren placer en el hecho de que les machaquen literalmente las pelotas. Más allá de la explicación psicológica (la psique del ser humano es muy compleja) podemos dar una explicación fisiológica. Durante la práctica del ballbusting, el cuerpo genera endorfinas en grandes proporciones. La generación de esas endorfinas (generadas para aliviar el dolor experimentado) resulta en sí una experiencia muy placentera. Y ese placer, precisamente, es el que valoran los amantes del ballbusting que suelen recurrir a putas para poder realizar esta práctica sexual.
En una práctica consistente como consiste ésta en golpear partes tan delicadas de la anatomía masculina, es fundamental graduar el dolor. No se trata de golpear las pelotas así como así ni de retorcerlas como si no hubiera un mañana. El ballbusting debe practicarse con precaución para no causar graves lesiones. El sexo, acostumbramos a decir, está hecho para disfrutar (cada cual a su modo), pero nunca para acabar en urgencias hospitalarias.
Los testículos del hombre amante del ballbusting pueden palmearse, azotarse con un pequeño látigo o golpearse con una varita; pueden recibir rodillazos y patadas, pero no pueden (o no deberían) ser lesionados. Dentro de las prácticas CBT se incluyen actividades tan potencialmente dolorosas como pueden ser el juego con cera, los azotes genitales, la perforación, el juego uretral, la electroestimulación erótica o la más suave tortura de cosquillas. Sea cual sea la técnica escogida para practicar el CBT, hay que controlar al máximo lo que se hace mientras se practica el juego de reventar pelotas.
Una de las leyes máximas del ballbusting ordena que se vaya incrementando la intensidad poco a poco. De hecho, el hombre soportará mejor el dolor cuanto más excitado esté. Y la excitación no siempre llega de pronto. Ir incrementándola poco a poco es una buena manera de preparar los genitales del hombre para soportar la tortura que su pareja le irá inflingiendo.
Si el diálogo con la pareja siempre es fundamental en toda relación sexual, en la práctica del ballbusting ese diálogo se hace imprescindible. De hecho, el diálogo y el pacto son fundamentales en cualquier práctica BDSM. Sin pacto no hay BDSM. Todo lo que se hace en su ámbito o en el del sado debe haberse pactado y debe estar consentido por las partes que participan en el juego. Una cosa, por ejemplo, es aceptar que se te golpeen los cojones con la palma de la mano y otra muy distinta, por ejemplo, que tu pareja te los pise con o sin zapatos. Si lo hace, debe ser con tu consentimiento.
Algunas de nuestras escorts anunciadas en ciudades como Madrid o Barcelona ofrecen como servicio la práctica del Ballbusting, pero no un gran número dado que se trata de una práctica sexual algo extrema y que conlleva ciertos riesgos. Y es que nuestras chicas, aunque sean lo que vulgarmente llamamos putas, no dejan de ser señoritas y prefieren ofrecer cosas más suaves. Pero no desesperes, que si quieres probar el Ballbusting con una escort, si buscas la encontrarás. Si la buscas con la etiqueta de Sado o BDSM, seguro que lo practica y estará encantada de estrujarte los cojones.
Y lo dejamos por hoy, pero nuestro siguiente artículo seguirá dedicado a esta práctica sexual.